Subte-línea D-18.30
El doble de personas que deberían ocupar el vagón. El doble de personas que quiere volver a su casa y no puede entrar al vagón doblemente ocupado. Unos pocos somos beneficiados con el espacio físico suficiente para ocuparlo.
De pronto, un olor fuerte y penetrante invade los pocos espacios de aire que quedan. Las miradas se encuentran, se preguntan, todavía no hay respuestas. Algunas se animan a preguntar, en voz muy baja. Alguien sabe qué pasó y se dispone a develar la verdad: "Alguien vomitó". Alguien vomitó en un subte, en hora pico, en medio del doble de gente. Todos se miran pero no saben a quién acusar. Se alejan del lugar de los hechos.
El viaje continúa, el perfume también. El subte llega a Congreso T y las pruebas quedan a la vista. Un millón de papeles de diario apilados sobre el liquido que una boca mareada y enferma supo regalarle al subte y al doble de gente que allí viajaba.
El doble de personas que deberían ocupar el vagón. El doble de personas que quiere volver a su casa y no puede entrar al vagón doblemente ocupado. Unos pocos somos beneficiados con el espacio físico suficiente para ocuparlo.
De pronto, un olor fuerte y penetrante invade los pocos espacios de aire que quedan. Las miradas se encuentran, se preguntan, todavía no hay respuestas. Algunas se animan a preguntar, en voz muy baja. Alguien sabe qué pasó y se dispone a develar la verdad: "Alguien vomitó". Alguien vomitó en un subte, en hora pico, en medio del doble de gente. Todos se miran pero no saben a quién acusar. Se alejan del lugar de los hechos.
El viaje continúa, el perfume también. El subte llega a Congreso T y las pruebas quedan a la vista. Un millón de papeles de diario apilados sobre el liquido que una boca mareada y enferma supo regalarle al subte y al doble de gente que allí viajaba.
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